Durante un tiempo, me he estado exponiendo a través de la escritura en un autoaislamiento, sin tener ningún miedo de mostrar quién soy. Mientras escribía, la imagen de mí en los espacios en blanco a veces era miserable, a veces era fuerte. Al mirar las diferentes versiones de mí mismo, se hizo evidente cómo quería vivir, qué pensamientos tenía y cómo vivía. El proceso fue un poco vergonzoso, pero al final se convirtió en un proceso de amarme a mí mismo más.

El tiempo que dedicaba a escribir todos los días era un momento precioso de reflexión para mí. A veces me llevaba dos o tres horas escribir un artículo. Esto se debía a que, al mismo tiempo, estaba trayendo a la superficie las heridas del pasado. Esas heridas no se olvidaron fácilmente, y yo tenía miedo de enfrentarme a ellas. Sin embargo, escribir siempre fue un medio precioso para comprenderme y expresarme. A menudo, en medio del torbellino de emociones que enfrenté, aprendí a comprenderme y aceptarme a mí mismo.

A través de la escritura diaria, mi diario de liberación se completó por sí solo. Sacando poco a poco las heridas del pasado, mirándolas y alejándome lentamente de ellas. Escribir no era una mera expresión, sino una herramienta de curación para mí, y en el proceso llegué a comprenderme más profundamente.

Tanto antes como ahora, escribir siempre ha sido un medio precioso para comprenderme y expresarme. En mis registros diarios, me encuentro a mí mismo y ese proceso me cura y me hace crecer. Quiero seguir escribiendo mi diario de liberación. En él, quiero descubrir siempre mi verdadero yo y aprender a amarme a mí mismo. Y quiero compartir ese amor con los demás.