A veces, rendirse rápido es la respuesta: lo que aprendí de un pan de melón con mosca

Ese día, mientras leía un libro, me entraron ganas de comer un pan de melón. Sin esperarlo, me encontré con una mosca.

La criatura negra se pegó al pan de melón y empezó a moverse. La mosca terminó por teñir de gris el encuentro que tanto había esperado con el pan de melón durante días.

Ese día, sin poder siquiera tomar el pan de melón en mis manos, opté por un pan de molde con crema de boniato.
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'No me gusta la crema…'

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De camino a casa. Por desgracia, en un rincón de mi corazón seguía presente el pan de melón que tanto había deseado durante días.

Sin más remedio, preparé el pan de molde con crema de boniato para comer mientras leía. No es que me encantara la crema, así que no tenía muchas expectativas, pero para mi sorpresa, en el momento en que el pan de molde con crema de boniato entró en mi boca, me olvidé por completo del pan de melón y me enamoré de su nuevo sabor.

Curiosamente, este pequeño momento me dio una inesperada lección.

Que a veces, lo que anhelamos no es lo más adecuado para nosotros, y que aceptarlo puede ser la clave para abrir las puertas a nuevas oportunidades.

En su día, quería aprender A. Mi deseo por A era igual que mi deseo por el pan de melón. Me uní al grupo B para aprender A. Sin embargo, me encontré en una situación incómoda debido a aspectos que no esperaba. Descubrí una mosca dentro del grupo B.
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¿Tolerar la mosca por A o buscar otro camino?

Al ver la mosca, fruncí el ceño. Obviamente, no elegí el pan de melón que tanto deseaba, sino el pan de molde con crema de boniato. Porque era imposible comprar un pan de melón con una mosca posada encima.

Curiosamente, aunque encontré una mosca en el grupo B, al igual que la que encontré en el pan de melón, estaba intentando aguantar y comerme el pan de melón a la fuerza.

Al igual que no debí elegir el pan de melón con mosca, al descubrir la mosca, debía abandonar el grupo B. Sin embargo, seguía dándole vueltas al grupo B.

Sentía una gran frustración por haber perdido tanto dinero como tiempo, y al haberme hecho daño la mosca, mi inquietud era aún mayor.

Pero cuando sentí una satisfacción inesperada al comer el pan de molde con crema de boniato, comprendí que era natural que al alejarme del grupo B pudiera ver otra satisfacción.

Mientras repasaba los acontecimientos pasados en mi diario, incluyendo los problemas que había ignorado hasta ahora, me di cuenta de que, en realidad, estaba abriendo yo mismo las puertas a nuevas oportunidades. Ese día, dejé de obsesionarme con el coste de oportunidad y miré con frialdad para decidir con certeza qué debía elegir.

Además, el grupo B estaba teniendo un impacto negativo en mi vida diaria de una forma inesperada durante su funcionamiento. Se habían encendido varias luces rojas de advertencia. Además, a veces se modificaban los avisos, lo que me generaba cierta confusión.

En definitiva, la confusión que interfería con mi vida cotidiana me hizo reflexionar sobre el propio grupo y sobre lo que había desperdiciado hasta entonces, y me ayudó a tomar una decisión inteligente.

Lo que aprendí de no haber elegido el pan de melón con mosca es que, a veces, lo que queremos no es lo mejor para nosotros, y que fijarnos en nuevas oportunidades puede llevarnos a mejores resultados.

"Cuando se cierra una puerta, se abre otra."

Quizás el pan de melón que esperaba también hubiera estado delicioso, pero la alegría que me proporcionó la nueva elección, el pan de molde con crema de boniato, fue mucho mayor de lo que pensaba. Así pues, puede que lo que deseábamos no sea siempre la mejor opción, y que una rápida renuncia nos traiga una felicidad inesperada. Puede que esta sea la esencia de la vida, la imprevisibilidad de la diversión y la belleza.