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Creado: 2024-05-02
Creado: 2024-05-02 07:06
At the Window (1881)Hans Heyerdahl (Noruego, 1857-1913)
"¿Aparentar bondad y evadir la respuesta?"
Produce resultados confusos e impredecibles. Es una trampa de la estrategia de evasión y aparentar bondad, o dicho de manera más sencilla, lo peor.
Evadir la respuesta, es decir, responder algo completamente ajeno a la pregunta, es un comportamiento que se encuentra con frecuencia en las conversaciones. Este comportamiento suele provenir de la intención de evitar situaciones incómodas.
Cuando la pregunta o la solicitud del interlocutor resulta incómoda o abrumadora, o cuando se desea ocultar la verdad, evadir la respuesta se convierte en una herramienta muy útil.
Si a esta situación se le añade el elemento de 'aparentar bondad', la situación se complica aún más.
Las personas que aparentan bondad, con el fin de ganarse la simpatía del interlocutor o mantener una imagen positiva, en lugar de expresar la verdad o su opinión real, visten sus palabras con un lenguaje agradable.
En este proceso, la verdad o la intención real quedan ocultas. Esto, como dijo Robert Greene, es una especie de estrategia de desarme, que se utiliza para seducir al interlocutor y ocultar sus propios propósitos u objetivos.
Por lo tanto, cuando se combinan evadir la respuesta y aparentar bondad, la interacción puede desarrollarse en un estado similar a una 'fiesta de locura'.
Porque se evita dar una respuesta directa y relacionada con la curiosidad o la petición del interlocutor, y para tranquilizarlo o generar simpatía, se crea una imagen positiva.
Si lo pensamos bien, no dar una respuesta precisa a una pregunta y aferrarse únicamente a su propio punto de vista, evitando las respuestas que realmente son necesarias, es tan frustrante como hablar contra una pared.
¿Y qué pasa si intenta evadir el problema con excusas como que no recuerda o pidiendo disculpas? Pedir disculpas sin un motivo válido es una de las estrategias de marcar distancias para evitar el problema actual.
Este comportamiento obstaculiza la confianza y la conversación sincera, y destroza el respeto y la comprensión mutuos. Aunque se intente entablar una conversación con amabilidad, uno se decepciona con la actitud del interlocutor y se llega a la conclusión de que esta persona no admite sus errores, sino que se obstina hasta el final.
Incluso en un entorno empresarial, hay personas que adoptan esta actitud tan poco colaboradora.
No se trata simplemente de un problema de baja comprensión lectora, sino de una estrategia intencionada para hablar a su favor, y encubrir su egoísmo con una actitud de aparentar bondad.
Si alguna vez te has encontrado con este tipo de personas, seguramente no te apetecerá perder tu tiempo y energía con ellas.
Porque no hay nada más insensato que tener que lidiar con alguien que cree que solo él tiene la razón, en lugar de cuestionarse qué es lo correcto y justo.
En definitiva, este tipo de conversaciones carecen de transparencia y es difícil que se produzca una comunicación real.
En algunos casos, este comportamiento puede ser una forma ingenua de afrontar una situación difícil. Sin embargo, lo que está claro es que evadir la verdad y centrarse únicamente en la gestión de la imagen en la comunicación con el interlocutor, acaba llevando a la ruptura de la confianza.
En el ámbito empresarial, esta actitud resulta aún más difícil de comprender, ya que sin una comunicación clara y directa es imposible construir y mantener la confianza.
Por lo tanto, si queremos que la comunicación entre nosotros sea fluida, debemos evitar comportamientos como evadir la respuesta o aparentar bondad, y optar por una actitud de comunicación honesta y sincera. Esta es la base y el activo de una comunicación auténtica que respeta a los demás.
Las personas agresivas, envidiosas y misteriosas rara vez reconocen ser así. En el primer encuentro, han aprendido a desarmarnos con halagos y demás técnicas para aparentar ser encantadoras. Si nos sorprenden con comportamientos viles, nos sentimos traicionados, enfadados e impotentes. -Robert Greene
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